miércoles, 16 de julio de 2014


SOBRE LA CORRECCIÓN DE LO ESCRITO

¿Vale la pena corregir?
Esta pregunta es fundamental, sin embargo son pocos los  profesores que  se plantean esta pregunta. La mayoría de profesores corrigen  espontáneamente, como autómatas, sin pensar ¿Por qué corrigen? o ¿Cómo corrigen? , dando el reflejo de que solo lo hacen por tradición, porque forma parte del rol del maestro.
Si reflexionamos logramos entender que desde siempre, se ha considerado la corrección como la culminación del aprendizaje, siendo útil para ambos porque al alumno le permite saber si sus escritos están bien o mal, qué errores ha cometido y cuáles son sus soluciones correctas; y al profesor, le da orientaciones sobre qué contenidos presentan dificultades.
Pero no todo el mundo piensa igual. En los últimos años algunos profesores -sobre todo de inglés como lengua extranjera- han empezado a desentenderse de la corrección, afirmando que es una actividad poco útil y, poco rentable.
Ellos sostienen que lo más importante en el proceso de aprendizaje es la motivación y los modelos lingüísticos para escuchar o leer, y que los errores que hacen los alumnos son consecuencia de deficiencias en estos dos aspectos. Por lo tanto emplean sus esfuerzos en estimularle a leer y escribir, en investigar qué temas pueden resultarle más interesantes, a buscar textos de lectura y ejercicios que le interesen, a ayudarle a redactar, etc. Creen que, a largo plazo, es más eficaz dedicar el tiempo a estas actividades que no a la corrección. En definitiva, según manifiestan ellos  aprovechan el tiempo para atacar la auténtica causa del mal y dejar a un lado los errores de sus alumnos.

Entonces ¿Vale la pena corregir? Pues bien cada cual con sus ideas y que adopte la postura que más le convenga. En mi opinión, la corrección debe ser un instrumento que oriente el aprendizaje del alumno, llevando un monitoreo adecuado en el que el alumno sea partícipe de sus errores y no queden plasmados solo en las hojas como mera recepción sin respuesta, sino que estas correcciones generen un cambio de su propio aprendizaje. Es preciso concebirla como una técnica didáctica más y no como una operación de control obligatoria al final de cada texto. 





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